Edimburgo es la segunda ciudad más visitada del Reino Unido. Y es que entre sus zonas antiguas y sus rasgos modernos, hay una combinación excitante de historia, patrimonio y lugares recomendables para el turistas, entre los que se cuentan el magnífico castillo de Edimburgo, una fortaleza y emblema de Escocia, que durante siglos fue utilizada como un reducto protegido que hoy se abre a la comunidad y los visitantes con museos, sitios históricos y monumentos en su interior.
Una visita al castillo de Edimburgo es un paseo ineludible en la ciudad. Emplazado sobre un promontorio rocoso de origen volcánico, las vistas desde el castillo dominan toda la ciudad de Edimburgo, siendo además de un sitio histórico que albergó a la familia real hasta el año 1603, la fortaleza más importante del Reino de Escocia reconocida en la actualidad como un monumento histórico.
Las construcciones que coronan la cima de Castle Rock son en su mayoría restauraciones de antiguos edificios que fueron destruidos en batallas. Una de las grandes supervivientes es la capilla de St. Margaret, además de sser el más antiguo edificio en pie de todo Edimburgo, un testigo desde el siglo XII, de las sucesivas etapas de guerra y tranquilidad que se desataron en Escocia.
Además se puede observar el Palacio Real y el Gran Salón, ambos sitios son el espacio para el actual Memorial Nacional de la Guerra de Escocia, y el Museo de la Guerra Nacional de Escocia. Otros puntos de interés del Castillo incluyen una muestra de joyas de la Corona escocesa, la Piedra de Scone, donde se coronaban los reyes escoceses, un enorme cañón original del siglo XV, y otro cañón conocido como el «de las trece horas«, conocido por sus disparos a diario en el mediodía.
El castillo de Edimburgo es el segundo sitio turístico más visitado del Escocia, todo un emblema reproducido en los escudos de armas de la ciudad y la Universidad, además de se el logotipo de numerosas instituciones y organizaciones del país. Más de un millón de visitantes al año confirman la importancia de un sitio que se debate entre el precario equilibrio de ser un espacio administrado para ser rentable, sin alterar en lo más mínimo su valor histórico como patrimonio de la ciudad.