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¿Sabías que Praga es una de las veinte ciudades de todo el mundo que reciben mayores visitas turísticas? Así es, tratándose de un punto de referencia para todos los amantes de los viajes tanto por Europa como por el resto de continentes.
A lo largo de su superficie de casi 500 kilómetros cuadrados, en los cuales conviven más de un millón de ciudadanos, hay una gran cantidad de enclaves turísticos que están considerados como imprescindibles. Un solo día es suficiente para verlos todos, así que quedarás encantado con tu visita a la capital de un país repleto de encantos: la República Checa.
Por el día
No hay mejor manera de dar comienzo a la experiencia turística praguense que haciéndolo en la Plaza de la Ciudad Vieja. Ten en cuenta que es un lugar muy concurrido, por lo que puede llegar a abrumar la enorme cantidad de turistas que se congregan allí. Es por este motivo que lo más recomendable es empezar el día viendo dicha plaza.

Justo en la parte del centro hay una estatua dedicada a Jan Hus, un importante teólogo del siglo XV. Más allá de este monumento, es destacable la gran cantidad de edificios de gran belleza a nivel estructural, siendo un claro ejemplo el ayuntamiento, así como un palacio conocido bajo el nombre de Goltz Kinskych.
Antes de irte de la Plaza de la Ciudad Vieja no olvides visitar otro de sus edificios emblemáticos: la Iglesia de Týn cuyo estilo gótico lleva impresionando a los ciudadanos de Praga desde que se inauguró en el año 1380.

A cinco minutos andando, después de haber dejado atrás la famosa plaza praguense, te encontrarás con un monumento icónico de la ciudad. Nos referimos a la Torre de la Pólvora. Su construcción data del siglo XV. Años después pasó a utilizarse a modo de instalación para poner la pólvora a buen recaudo, recibiendo el popular nombre que a día de hoy todavía mantiene.

Si bien es cierto que no es el edificio más alto de Praga, sus 65 metros permiten disfrutar de unas vistas privilegiadas. Para ello hay que subir a la Torre de la Pólvora cuyo precio no llega a los tres euros, muy recomendable teniendo en cuenta la skyline que se dibujará ante tus ojos.
Seguidamente cruzando el río Moldava llegarás al plato fuerte de tu visita a la capital de la República Checa: el Castillo de Praga. En todo el mundo hay varios castillos que mezclan los estilos gótico, barroco y románico, pero ninguno de ellos es tan grande.

Ello no es de extrañar teniendo en cuenta que las instalaciones abarcan desde patios hasta un palacio e incluso una catedral conocida como San Vito. Debido a la gran cantidad de espacios que están presentes en el Castillo de Praga, si solo dispones de un día para visitar la ciudad es recomendable que te centres en la catedral. Afortunadamente el resto de las instalaciones son disfrutables contemplándolas desde el exterior con un free tour de dos horas y media de duración.
Cerca del Castillo de Praga hay multitud de restaurantes. La gastronomía tanto de la ciudad en sí como de toda la República Checa en general es disfrutable en locales que satisfacen incluso a los paladares más exigentes sin que ello te obligue a desembolsar una gran cantidad de dinero, demostrándolo el restaurante Kuchyn, uno de los que tienen mejor fama de los ubicados en las proximidades del castillo.

Para descubrir la cultura y los secretos de la ciudad, una buena opción es reservar una visita guiada. Praga, por suerte, tiene un montón de tours guiados gratuitos tematizados: por la Ciudad Vieja, por el Castillo, por la Praga Imperial, de la historia nazi, de misterios y leyendas… Míratelos porque valen mucho la pena para aprovechar el máximo el día:
Por la tarde
Después de comer en el restaurante de tu elección podrás dar comienzo a una tarde que también será muy variada. De hecho, empezará en el agua con un crucero de una hora.
Una pequeña parte del río Moldava será recorrida para que disfrutes al máximo de unas vistas que solo pueden obtenerse desde una embarcación. De hecho, el Castillo de Praga del que hemos hablado antes es observable a la perfección, así como otros monumentos tan importantes como el Puente de Carlos. La ruta termina en Stvanice, un lugar que te sorprenderá, ya que no es nada habitual ver una isla así en un río.
Cuando termine el crucero de una hora puedes visitar uno de los monumentos que habrás visto desde el barco: el Puente de Carlos. Se construyó en el siglo XIV y en la actualidad hace gala de un buen estado, incluyendo la treintena de estatuas que hay allí. Es otro de los puntos con mayor afluencia de turistas, pero afortunadamente por la tarde no hay tantísima actividad, pudiendo disfrutar al máximo de este enclave en el que sacarás fotos preciosas.

Toda la zona fluvial es amplia y exige un cierto esfuerzo físico si pretendes recorrerla íntegramente a pie. Merece la pena, sobre todo teniendo en cuenta que la tarde terminará recuperando energía con una actividad indispensable para quienes visitan Praga durante un día. Hablamos del tour de la cerveza.
No hay ninguna otra sociedad que supere a la checa en lo referente al consumo de cerveza. Esta bebida es muy importante en todo el país, sobre todo en Praga, por lo que hay infinidad de locales que están especializados en este producto alcohólico que lleva unos años presumiendo de una Denominación de Origen Protegida. Cuando la pruebes entenderás por qué tiene tan buena fama
Por la noche
Durante el transcurso del tour de la cerveza se irá haciendo de noche, así que llegará el momento de poner fin a una intensa jornada turística. Antes de cenar no te puedes perder uno de los mayores espectáculos lumínicos de la capital: el de la Torre Petrin.

Aunque también es muy bonita de día, por la noche es si cabe más disfrutable a nivel visual. Probablemente te recuerde a la Torre Eiffel, el mayor icono turístico de Francia. Accediendo al mirador de la parte superior quedarás asombrado viendo la ciudad repleta de luces.
Para terminar la jornada turística no hay nada mejor que cenar al mismo tiempo en que tiene lugar un espectáculo medieval. Es uno de los planes nocturnos más recomendables, ya que disfrutas de platos y dulces muy sabrosos gozando simultáneamente de la cultura folclórica.